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Las tramas secundarias no son un simple complemento. Cuando están bien construidas, atrapan, enriquecen y a veces hasta eclipsan la historia principal. En este artículo te contamos por qué deberías cuidarlas tanto como a tu protagonista.
Hay personajes que apenas hablan y sin embargo gritan. Hay historias que se cuentan sin ocupar el centro.
¿Alguna vez has seguido leyendo un libro solo para saber qué pasaba con ese personaje secundario que te encantó? ¿O te has sorprendido emocionándote más con una historia que transcurría en segundo plano que con la trama principal?
Eso es el poder de una buena trama secundaria: una línea argumental que, sin ser el centro de la historia, aporta valor, complejidad y emoción al conjunto. Prestar atención a estas pequeñas-grandes historias puede marcar la diferencia entre una novela correcta y una verdaderamente memorable.
Una trama secundaria —también llamada subtrama— es una línea narrativa complementaria que acompaña a la trama principal de una obra. Suele implicar a personajes secundarios, conflictos paralelos o temas que enriquecen el mundo narrativo.
No hay que confundirlas con simples anécdotas o escenas de relleno. Una buena trama secundaria tiene su propio inicio, desarrollo y desenlace, y debe estar conectada de algún modo con la historia central.
Las tramas secundarias, cuando se construyen con intención, pueden aportar muchísimo valor a una historia:
1. Profundizan el mundo narrativo: aportan capas de contexto, historia o cultura al universo creado.
2. Humanizan a los personajes: permiten mostrar lados ocultos de los protagonistas o dar vida a personajes secundarios.
3. Refuerzan el tema principal: a través del contraste, el paralelismo o la ampliación del conflicto central.
4. Mejoran el ritmo: pueden servir como pausa o como herramienta para crear tensión, especialmente cuando se alternan con momentos clave.
Algunas claves prácticas para escribir tramas secundarias que de verdad aporten:
- Planificarlas desde el inicio. No son parches. Deberían formar parte de la estructura desde la fase de creación.
- Relacionarlas con el clímax. Si afectan o se ven afectadas por el desenlace principal, están bien integradas.
- Darles estructura. Aunque ocupen menos espacio, necesitan planteamiento, desarrollo y cierre.
- Cuidar a los personajes implicados. Si protagonizan una subtrama, merecen estar bien construidos.
Incluso los escritores con experiencia pueden caer en estos errores:
· Añadir subtramas solo para alargar el manuscrito.
· Usarlas como relleno desconectado del argumento central.
· Darles demasiado protagonismo y que eclipsen la historia principal.
· Introducir personajes planos o sin desarrollo.
. Abandonar una trama secundaria sin cerrarla: cuando una subtrama que había generado interés y conexión emocional desaparece sin explicación, puede romper el vínculo con la obra. El lector siente que aquello que para él era LA historia, de repente deja de importar. Esa sensación de que el autor ha ignorado algo esencial puede transformar el entusiasmo en desinterés, e incluso en rechazo hacia la obra.
Algunas tramas secundarias no solo complementan la historia principal: se convierten en el verdadero motor emocional de una obra. En especial aquellas que abordan traumas personales, dilemas psicológicos o conflictos internos profundos. Este tipo de subtramas conecta especialmente con lectores sensibles, reflexivos y emocionales, que encuentran en ellas una razón más poderosa para seguir leyendo… o para no poder olvidar la historia, incluso años después.
A menudo, estas tramas no ocupan muchos capítulos ni encabezan la sinopsis, pero están cargadas de humanidad. Reflejan luchas silenciosas, deseos ocultos, heridas sin cerrar. Y es precisamente esa honestidad emocional lo que hace que muchos lectores se identifiquen con ellas e incluso las recuerden más que la historia principal.
Cuando una de estas subtramas se abandona sin cerrar, o simplemente desaparece sin explicación, se corre el riesgo de romper el vínculo emocional que algunos lectores han construido con la historia. Porque en muchos casos, esa era su historia. La que les hizo quedarse. La que los tocó.
Por eso, cuidar las tramas secundarias no es un capricho narrativo: es una forma de dar espacio a personajes que también merecen desarrollarse con dignidad, de sorprender al lector que va más allá de lo superficial, y de construir historias que respiran por todos sus poros, no solo por el argumento principal.
Y cuando una de esas tramas secundarias se transforma en el centro de una segunda parte, o inspira una nueva historia... se cierra el círculo de forma memorable. La subtrama, entonces, demuestra que nunca fue secundaria.
A veces, lo inolvidable no es lo que grita, sino lo que susurra en segundo plano. Esas tramas que no estaban en la portada, pero que dejaron marca. Esas que piden su espacio. Su voz. Su página.
En Printcolorweb.com creemos que todas las historias merecen ser impresas con el mismo cuidado: tanto la principal como aquellas que, sin hacer ruido, construyen el alma del libro.
Si has dado forma a una obra donde cada línea importa, donde las tramas secundarias tienen su propio pulso narrativo, estamos aquí para ayudarte a darle vida en papel con calidad, respeto y personalidad.
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